miércoles, 7 de noviembre de 2018

La rentabilidad de los locales comerciales en el centro de Madrid


En todos los sectores económicos, la rentabilidad se define como la relación existente entre los beneficios que proporciona una determinada operación para un periodo determinado, con respecto a su inversión realizada, expresado en porcentaje. La finalidad principal de la rentabilidad es poder medir la eficiencia del capital invertido, por lo que permite comparar de nuevo entre sí diferentes inversiones y su nivel de optimización.

En el sector inmobiliario, la rentabilidad inmobiliaria (rentabilidad bruta o gross initial yield en inglés) de un inmueble en alquiler se ve influenciada por dos variables: por las rentas de alquiler en un periodo de 12 meses (ingresos) y el precio del inmueble (inversión). Si varía al alza la renta en la misma proporción que el precio del local, en nuestro caso, la rentabilidad se mantendrá. Por el contrario, si las rentas de alquiler suben en una proporción mayor de lo que lo está haciendo el precio del inmueble, la rentabilidad se incrementará y el escenario será favorable a la inversión en este tipo de activos. La rentabilidad bruta es, por tanto, la primera variable que, por su simplicidad, se debe tener en cuenta en el análisis de las diferentes inversiones inmobiliarias.


Pero si quisiéramos ir más allá. Una alta rentabilidad bruta serviría de poco si los gastos de la comunidad o el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) fueran desmesurados. El inversor debe ser consciente de los gastos no recuperables que conlleva ser propietario que permitan arrendar el inmueble con seguridad, y debe trasladar todos estos costes fijos en el cálculo de rentabilidad neta o net initial yield en inglés.

Explicada brevemente la teoría, podemos analizar rápidamente, y en función de los datos que nos ofrece el portal IDEALISTA, que no es “oro todo lo que reluce”, pues los movimientos que se producen en los precios de venta y alquiler hacen variar la rentabilidad de los activos.


De esta forma se ha podido analizar que, hablando siempre de medias, hay zonas en Madrid, por ejemplo, en las que actualmente la rentabilidad de los locales comerciales es levemente superior a las del barrio de Salamanca. Esto se debe fundamentalmente a que el incremento de precios en la venta ha superado al de los alquileres en ese barrio prime de Madrid. Los datos extraídos hacen referencia a las zonas adyacentes a las calles principales del barrio en cuestión, y no constituirían una metodología científica al cien por cien, es simplemente una aproximación.



  
Otro tema a debatir, a la hora de decidirse por invertir o alquilar en una zona u otra, sería la que corresponde a la prima de riesgo del inmueble determinado, que debería hacernos inclinar la balanza en nuestra decisión.

La prima de riesgo de los locales y centros comerciales es quizás una de las más elevadas, ya que sus condicionantes son mayores y más numerosos: se trata de activos con un valor capital muy elevado, que requieren una gestión muy especializada, cuyo crecimiento o decrecimiento se encuentra muy ligado a la economía real (consumo privado y ventas al por menor). También hay que tener en cuenta los condicionantes políticos (concesión de licencias), la calidad constructiva y la combinación de inquilinos y potencial población.

A título de ejemplo, y confirmando lo dicho en el apartado anterior, la Orden ECO/805/2003, de 27 de marzo, sobre normas de valoración de bienes inmuebles y de determinados derechos para ciertas finalidades financieras, en su Disposición adicional sexta, relativa a las primas de riesgo y márgenes de beneficio, también da uno de los mayores valores para los edificios comerciales.